martes, 20 de julio de 2010


CIUDADANO DE UNA SOCIEDAD


El tirano no cree en el hombre; lo convierte en gusano. Al que aplasta porque lo aplasta y al que le aplaude porque le aplaude.


El que le aplaude solo cree en si mismo. Su lucha por la supervivencia es seguida de un camino de ambición a la sombra del poderoso en el transcurso de la cual, el placer de la abstracción gratuita que puede llevar a consideraciones éticas, es substituido por el placer de poseer muchos bienes materiales. A lo sumo y con un efecto tanto balsámico para la propia conciencia, como garante de decencia cara al exterior, aparece la búsqueda sistemática del término medio sociopolítico, que no obstante se convierte en fanatismo toda vez que éste es consecuencia de la ubicación entre dos polos culturalmente establecidos, y, anulada la capacidad de abstracción, resulta imposible su reubicación desde perspectivas morales y humanas mucho más profundas, visceralmente antropológicas y rebosantes de idealismo, y que informan, o mejor: recuerdan, que la condición social y racional del hombre le lleva a construir sociedades, que éstas construyen naciones, y que éstos a su vez, estados. La ausencia de tales perspectivas no puede llevar sino al mimetismo de medio alcance donde se mueve a placer la política instantánea y resultadista, y donde la mayor parte de la crítica a la cultura que establece los polos de lo que está bien y lo que está mal, o mejor dicho: de lo que es y no es tolerable, es eclipsada por un canto incesante al hedonismo que acaba convirtiendo la individualidad, desde la que todo humano debería acceder a las ideas en estado puro, en invididualismo como ideología, desde el cual vivir la fantasía, por ejemplo, de la liberación respecto a un estado de la misma manera que un adolescente puede vilipendiar y erosionar el hogar de donde proviene y despreciar a sus progenitores, para luego acudir a comer y a dormir a casa.


Un ejercicio de madurez decepcionante, que practicado de manera continuada en el seno familiar no puede tener otro resultado que convertir en víctimas del individualismo tanto a quien lo ejerció como a quien lo emuló.


Y si por un lado los hogares carentes de valores establecidos desde perspectivas antropológicas producen energúmenos sin control dentro de una sociedad, las sociedades que carecen del mismo género de valores producen estados-energúmeno dentro del mundo.


Este es el mundo actual. Es el fruto del integrismo individualista, del fanatismo del punto medio y del fundamentalismo del consumo. Un mundo que trata de vacunarse contra la realidad viendo todos sus defectos en los demás y armando a sus cachorros individualistas de slogans, frases hechas y hasta mentalidades con que combatir cualquier crítica o idea que les pueda asustar.


La libertad siempre asustará, porque en el fondo es responsabilidad. Solo que en este caso, además disgustará porque a nadie le place reconocer que durante largo tiempo se arrimó al estado poderoso mientras aplastaba y humillaba otras naciones, y las expoliaba de riquezas con las que él también se benefició.


3 comentarios:

  1. Una pregunta... ¿Por qué borra la huella de sus anteriores post?

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  2. No querrá que esto se parezca a un libro interminable!?!
    Este capítulo ser llama inidividualismo; ideología del sistema

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  3. Jajjajaaja... ¡No tiene remedio, Salam!. Es usted cabezota al máximo. De todos modos, le digo que los post anteriores pasan a segundo plano y siempre aparecen los últimos que publica. Bonitas fotos, me encanta el amarillo del paisaje. Mis montañas son verdes y arboladas. No sea obcecado conmigo, vengo de buena fe.

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