martes, 20 de julio de 2010


SER O NO SER



Mandela se proclamó “amo de su destino” “capitán de su alma” porque pensaba más allá del sistema que le mantuvo confinado durante más de dos décadas en una celda de 3x4.



Un sistema represivo no puede convertir a un hombre libre en esclavo, de la misma manera que un sistema de libertades no puede hacer a un esclavo libre, porque esa condición es la consecuencia de una decisión personal. La consecuencia de convicciones, de actitudes, de ideas que cuestionan lo incuestionable y no temen pensar más allá de lo establecido.



Carecer de todo ello: de pensamientos, ideas propias, convicciones… no hace más libre sino más pequeño. Tanto como el neonato que se orina encima o el niño que vuelca alegre el plato de espagueti porque delega toda responsabilidad en el sistema de libertades que le proporcionan sus padres.



De la misma manera que no crece el niño que no toma responsabilidades sobre sí mismo, ni el adolescente que reclama sus derechos pero no cumple con sus obligaciones, tampoco lo hace el adulto que delegó en un sistema de libertades lo que era un asunto propio.



Un sistema no puede hacer ni dejar de hacer libre a nadie, sino todo lo contrario: es un hombre libre el que puede crear, o no, un sistema de libertades.



Si cada día de su cautiverio Mandela se hubiera estado quejando de la falta de luz, la ausencia de colchón sobre el somier, la estrechez de la celda… nunca hubiera salido de ella.



De la misma manera, nunca escapará del sistema quien se pase el día abominando de él en lugar de pensar en transformarlo.



Con todo esto quiero decir que si no hay una llama en el fondo de los corazones llamada libertad ardiendo cada día, el sistema de libertades carece de su materia prima y se convierte en otra cosa. En nuestro, caso en una oligarquía de multimillonarios que dirigen el mundo, y para preservar su riqueza propician que los ricos sean cada vez más ricos y aumente el número de pobres y hambrientos de La Tierra.



Si no existe esa llama, el hombre (y la mujer) traicionan el valor para que fueron creados: elegir. Y por eso no alcanzarán la plenitud, aunque muchas veces no serán conscientes de ello, porque habiéndose acostumbrado a delegar en un sistema de libertades: asumir, acatar, aceptar, resignarse… se habrá convertido en algo tan frecuente que lo que realmente resultará sorprendente será la libertad de quien no lo hace.



Elegir hace más feliz y si Mandela eligió ser “capitán de su alma” en una celda de 3x4 ¿Qué no podrás hacer tu por ti y por los demás en un sistema de libertades?

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