miércoles, 27 de octubre de 2010

NO PASA NADA

Los sueldos de los funcionarios son rebajados, Gran Bretaña piensa despedir a cinco millones de funcionarios y la patronal anuncia abiertamente que “hay que trabaja más y ganar menos”; y aquí no pasa nada.

Que la derecha lo vea como parte del proceso neoliberal y no como una inflexión en este proceso me parece lógico, pero que también lo hagan la izquierda y los sindicatos es grave porque significa que todos estamos de acuerdo en mantener un sistema concebido sobre la filosofía de pan par hoy y hambre para mañana (también conocido como desarrollo insostenible) y cuyo fruto final a nivel ecológico, de tensión intercultural este-oeste y desequilibrio norte-sur, a la vista está.

Siempre que un colectivo se cierre en banda sobre sus derechos e intereses prescindiendo de una mirada global (¿de que me suena esta palabra?) está sirviendo a esta causa cruel y asesina.

Asesina porque es la responsable de que fluya riqueza hacía nuestro país para saciar a esos colectivos, que procede de países donde muere gente de hambre.

Siempre que alguien se cierre sobre sí, está sirviendo de una manera muy activa a esta causa, ya que esta causa solo puede sostenerse sobre mentalidades individualistas y mezquinas.

Sin embargo esta vez no se va a poder sostener. O sí. Por un tiempo más, pero perjudicando a la mayoría (asalariados, funcionarios, pensionistas).

La discusión lógica en estos momentos sería si nos conviene o no (como nación) estar insertos en un sistema que perjudica a la mayoría. Pero es tan aterradora la idea de salir de él que hasta la representación más escorada a la izquierda del abanico parlamentario comulga con la derecha en esconder la cabeza bajo el ala.

A ver si lo entendemos: como si fuera algo natural, o como si nosotros fuéramos tan responsables como él y sus predecesores de exportar a Asía jornadas de 16 horas (que ahora cual boomerang nos rebotan en la cara y arruinan nuestra economía) lo que el señor Díaz Ferrán ha venido a decirnos es: “nos hemos cargado la Gallina de los Huevos de Oro”

No sé de qué nos extrañamos: la avaricia; cultural, económica y filosóficamente, es eso lo que ha hecho a lo largo de la historia. Devorarse a sí misma y a los que le ríen las gracias.

Por estas evidencias parece lógico que la avaricia sólo es apta para gobernar ejércitos de zombies y no pueblos libres, porque para que nazca el entramado emocional entre persona y persona que crea el sentimiento de pueblo, de nación, son necesarios una serie de valores como el diálogo, la fraternidad, el afecto y la solidaridad que relegan la avaricia a un puesto secundario. (no es extraño que ante tal amenaza los promotores de la avaricia hayan satanizado el concepto nación convirtiéndolo en antesala del fascismo, lo hayan hostigado con cruzadas y bloqueos internacionales o lo hayan minado desde dentro con conceptos de “ciudadanía del mundo” impropios de una visión adulta del panorama mundial.

Mientras la izquierda y la derecha estén de acuerdo en que estos valores son irrescatables y cada cual intente salvar los colectivos que le votan, el pueblo no estará capacitado para liberarse del sistema que, uno a uno, (o colectivo a colectivo si se quiere) doblega la voluntad de los ciudadanos. A lo máximo que podrá aspirar es a disputarse corporativistamente las migajas del pastel que se zampan los gestores económicos del sistema.

Mientras esos valores no sean rescatables será más fácil pedir confianza a la gente en el sistema que durante 60 años le ha proporcionado comodidades y caprichos, que explicarle que “vamos a ser más pobres pero más dignos”.

Así pues nuestra sociedad camina con paso firme y con sus líderes empresariales, políticos y sindicales a la cabeza en un callejón cuya ausencia de salida resulta cada vez más difícil de disimular.

Y en medio de la oscuridad del callejón, del oscurantismo económico donde suena y resuena G-20 y FM la gente espera repentinas y mágicas recetas económicas (salvadoras para nosotros y asesinas para otros) que poco a poco le vuelve miserable, pero sobretodo incapaz de acceder a la orgía de las ideas, de pensar fuera de los cauces prescritos, de liberarse de tópicos y temores y hasta de proporcionarse momentos de felicidad gratis.

Claro. Si uno no se da cuenta de que “no solo de pan vive el hombre” es difícil que busque esos momentos.

Aunque en el fondo eso también es tiempo perdido porque por muchas evasiones que busquemos, por mucho que consumamos, por mucho que ocupemos nuestro tiempo con cursos, actividades hobbies o terapias. Si no buscamos esos momentos, serán esos momentos los que vendrán a buscarnos; caminamos en un callejón sin salida guiados por gente cuya alta capacitación para destruir a largo plazo todo lo que toca, la historia se ha encargado de demostrar de manera incontestable.

1 comentario:

  1. Hola, corazón. Veo que tú tb tienes tu rinconcito un poco abandonado (jeje)
    Me he sentado varias veces a escribirte, al final, por "h" o por "b", todo termina en la papelera. Ahora estoy en el bar de mi hijo y me ha apetecido, no sólo escribirte, si no terminar lo que escribo. Así que aprovechando el tirón, he colgado la carta que te enviaré mañana, en el blog. Pasa a leerla si estás impaciente...
    Un besito, cosita mona.

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